[1999] 853
( [Colectivo Stidna!, con la participación de Aire, Experimenta, Merz Mail, Stidna!. Barcelona, 17 de enero de 1999] )
foto: Aire, Stidna!
A principios del año 1999, pasadas las fiestas navideñas, nos encontramos un árbol de navidad abandonado en la calle. Este árbol formaba parte de los árboles que la asociación de comerciantes del barrio había repartido entre las diferentes tiendas para engalanar las calles durante las fiestas. El árbol estaba atado con las cuerdas originales con las que venía embalado y conservaba todavía la etiqueta identificativa del mismo, 853. Era evidente que el árbol había sido abandonado sin haber sido tan siquiera utilizado.
La imagen del árbol, atado y con su pie de yeso, nos evoca inmediatamente las películas de gángsters, en las que los mafiosos envían de esa forma al fondo de la bahía a aquellos que les traicionaron o que, sencillamente, ya no les son útiles.
Esta acción pretende recoger el árbol abandonado en una calle con su pie de yeso y completar la acción criminal lanzándolo al fondo del mar, porque en nuestra sociedad ya no es útil.
Queremos llamar la atención con esta acción sobre el tratamiento mercantilista de los seres vivos. Este árbol, talado para ser utilizado como adorno durante unos pocos días, para seguir una tradición nueva para nosotros, no llegó siquiera a ser desembalado. Pasó directamente de la tierra al tiesto relleno de yeso y, ya muerto, fue almacenado para ser vendido. Como no fue así, una vez pasado el momento, fue desechado y arrojado a la calle.
Nuestra sociedad produce más de lo necesario y desecha los productos no vendidos, una vez que los costes del mantenimiento de este stock alcanzan niveles no deseados por los propietarios de la producción. Y no solo ocurre así con los objetos sino que los seres vivos se han convertido en objetos víctimas de este mismo proceso. Árboles navideños, todo tipo de plantas, animales y también las personas forman parte de este stock que será desechado, los unos cuando no puedan ser vendidos, los otros cuando ya no sea útil mantenerlos. Talar miles de árboles para vender solo unos centenares obedece a la misma ideología que propugna el crecimiento demográfico y consiente la inmigración ilegal para poder disponer de una mano de obra barata, de la que se podrá deshacer en cualquier momento, cuando no la considere útil.
Colectivo Stidna!, Barcelona, 17 de enero de 1999
853. Apostillas a la acción
En realidad, el árbol marcado con el número 853 no acabó en el mar. Cuando liberamos al árbol de su maceta de plástico descubrimos que bajo el cemento aún le quedaban raíces y que todavía podía estar vivo. El árbol que fue lanzado al mar fue recogido posteriormente, el 17 de enero, en la esquina de las calles Rocafort y Diputación, en la misma manzana y a menos de cien metros del anterior. De hecho, eran árboles casi gemelos en tamaño y aspecto, pero este otro estaba definitivamente muerto. El tronco había sido aserrado y no le habían dejado raíces por debajo del cemento. Fue ése y no el otro el árbol que fue a acabar al mar durante nuestra acción, con la etiqueta verde que rezaba 853. No podíamos utilizar un árbol vivo para realizar nuestra acción, porque el arte no puede estar nunca por encima de la vida. Nuestro árbol aún vivo fue entregado para ser replantado. Quizá pueda sobrevivir.
Una última reflexión sobre las consecuencias de la acción nos lleva a pensar en los restos que dejamos, en la influencia de la acción en el entorno. El árbol en el mar se descompondrá y dará nueva vida a la vida; la tierra y el cemento acabarán, desmenuzados por el mar, como arena en alguna playa o en el fondo del mar; pero la maceta de plástico negro, perdurará largo tiempo, como una mancha negra en el mar. Toda acción humana deja rastros en su entorno, somos conscientes de ello, y asumimos la responsabilidad por nuestro acto.
Colectivo Stidna!, Barcelona, 19 de enero de 1999